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Un estudio demuestra que innovación y participación mejoran los resultados escolares

innovación y participación mejoran los resultados escolares

Una investigación ha demostrado que la incorporación de prácticas docentes que promueven la participación y la innovación en las aulas mejoran los resultados académicos de los estudiantes, especialmente en competencias lingüísticas, por lo que sus autoras apuestan por “conseguir una mayor implicación de los profesores en las nuevas metodologías docentes, que las apliquen más a menudo, que propicien una mayor participación de los alumnos”, aunque cambiar las clases requiera tiempo, esfuerzo y medios.

Para la realización del estudio titulado “Los efectos de la calidad del profesor y los compañeros en el rendimiento escolar”, financiado por la Fundación Ramón Areces, las investigadoras Ana Hidalgo y Cristina López partieron de los datos de la Evaluación General de Diagnóstico (2009), elaborada por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INNE), que evalúa las competencias en matemáticas, comunicación lingüística, conocimiento e interacción con el mundo físico y competencia social y ciudadana de los alumnos de 4º de Primaria.

A partir de ahí, dividieron las prácticas docentes en tradicionales (aprendizaje vertical entre profesor y estudiante) y modernas (aprendizaje horizontal en el que el alumno es un sujeto activo, que trabaja en grupo y pregunta al profesor).

Para el trabajo se hicieron encuestas en 358 colegios de toda España, en las que se les preguntaba por el uso de materiales, libros de texto, ejercicios, origen de los materiales empleados, periódicos, ordenadores, internet y recursos audiovisuales.

Los tutores debían responder a preguntas sobre sus prácticas docentes en clase y las respuestas se agruparon en bloques: el profesor explica la mayor parte del tiempo; el estudiante trabaja los ejercicios propuestos por el profesor; el estudiante trabaja individualmente; el estudiante presenta trabajos a sus compañeros; se promueve el debate en clase; los estudiantes trabajan en grupo. Las tres primeras eran consideradas tradicionales y el resto modernas.

Los profesores respondieron a preguntas relacionadas con su formación inicial y continua, el tipo de contrato o el salario o métodos docentes. Los alumnos, por su parte, realizaron una serie de pruebas básicas para comprobar su rendimiento escolar, mientras que familias y directores de centros también fueron encuestados. Todo ello se valoró en relación con otras variables como el nivel educativo de los padres, el país de origen o el entorno social.

Aunque el tiempo dedicado a las prácticas tradicionales, un 66%, resultó mayor que las modernas, los que incorporaban las nuevas prácticas obtenían los mejores resultados, especialmente en competencias lingüísticas, aunque no tanto en las matemáticas.

El hecho de que los profesores con más de tres años de formación universitaria dieran clases en Infantil o en Primaria afectaba negativamente al rendimiento escolar, es decir, que “la sobrecualificación es negativa y la parte vocacional resulta crucial en las etapas básicas”.