Saltar al contenido

Los adolescentes buscan sensaciones en alcohol y tabaco, no en el deporte

adolescentes sensaciones en alcohol y tabaco

La búsqueda de excitación y desinhibición son motores que empujan a los jóvenes adolescentes a los brazos del alcohol y del tabaco. Factores de personalidad que, por el contrario, no parecen intervenir en el deporte, porque quienes lo practican declaran un menor consumo de estas sustancias.

Así lo indica un estudio realizado por la Universidad de Jaén, publicado en la revista Salud Mental, que ha tratado de profundizar en la relación que existe entre la búsqueda de sensaciones y el consumo de alcohol, el tabaco y la práctica deportiva en adolescentes. Los participantes fueron 272 estudiantes de 1º a 4º de Educación Secundaria Obligatoria, 130 niños y 142 niñas que realizaron las encuestas en sus aulas, de forma voluntaria y anónima.

Para la encuesta se empleó la Escala de Búsqueda de Sensaciones (EBS-J) y, para el análisis de los hábitos de vida, se utilizó una adaptación del Health Behaviour in School-Aged Children.

Tres de cada cuatro alumnos (76% de los niños y 75% de las niñas) se declararon bebedores de alcohol. Más de uno de cada tres fuman, porcentaje que en las niñas incluso se acerca a la mitad (42%) y que en los niños asciende a un 36%. Nueve de cada diez niños (92%) practican deporte, frente al 57% de las chicas, aunque la práctica en ambos casos se reduce con la edad, que se manifiesta como un importante factor de riesgo del tabaquismo y el consumo de alcohol.

Efecto de la edad

Y es que, por cursos, ocho de cada diez niños (82%) del primer ciclo de la ESO (1º y 2º) se declararon deportistas, frente a siete de cada diez (69%) del segundo (3º y 4ª). Mientras, el 45,7% de los encuestados del primer ciclo declararon que bebían alcohol, prácticamente la mitad que en el segundo (91%). Y en el caso del tabaco, la relación fue del 15% del primer ciclo frente al 52% del segundo.

Se produce, por tanto, un salto muy significativo en los últimos cursos de la ESO, que también se evidencia en la frecuencia de consumo: un 3% y un 14% de los niños de primer ciclo y segundo ciclo, respectivamente, reconocían beber alcohol semanalmente y, aunque en conjunto seis de cada diez aseguraba no haberse emborrachado nunca, esta proporción varía entre el 86% del primer ciclo y el 50% del segundo.

Los investigadores destacan que la adolescencia supone una etapa de cambios muy importantes en el ámbito afectivo, social, mental y físico, una faceta decisiva en la que se configura la personalidad del joven, sus intereses, conductas y estilos de vida. La mayor independencia, con menores tiempos de supervisión adulta, puede influir además en la adquisición de conductas de riesgo.

El consumo de tabaco y alcohol se ha convertido en un problema de salud pública. Los datos del Observatorio Español sobre Drogas que cita el estudio, de 2008, constatan que ocho de cada diez estudiantes de Educación Secundaria de entre 14 y 18 años había tomado bebidas alcohólicas alguna vez en la vida; casi la mitad, tabaco (44%); un 35%, cannabis, y un 17%, tranquilizantes o pastillas para dormir.

La identificación temprana de conductas de riesgo de los adolescentes, como el consumo de tabaco y alcohol, y el sedentarismo, se considera esencial para reducir las consecuencias negativas para la salud.